
Duermo plácidamente pero escucho unos ruidos.
Me despierto sobre las 7’20, pero compruebo que mi hija pequeña lo ha hecho antes para dejarme preparado el desayuno.
Entonces mi memoria recupera la charla de la cena de ayer por la noche, cuando me preguntó: «Papa, a qué hora te despiertas los domingos?».